María Esther Olmeda Burgos


Ángela María Dávila, Poema que jamás se olvida...

                        
Los versos silenciados
aletean agitados
murmurando por doquier que se escurre entre nosotros
el desgraciado
el que confunde el paso al pensamiento claro
adversario de vida y arte
capaz de disfrazarnos café por perfume
al amigo por desconocido
sirviéndonos el mareo a flor de labio
con sabor a vino o vinagre
o a quién sabe qué...
Y el despiadado torna humo la nube
Y va obligando que se nos escape la magia
entre el ir y venir del segundo
entre el ir y venir del sol y la luna
entre los confusos pasadizos del aire
Porque el algo que ya no sabemos que
se nos va olvidando
entre el verso y la vida que poco a poco se nos duerme...
Y el desmantelador nos va dejando inhabitado
y ya no se nos dibujan las cosas del tiempo
porque se nos pierden entre las almohadas
y las noches largas
sin que vuelvan a despertar con nosotros...
Y ya no se le escribe a la vida el verso
-se le llora-
y se le guarda entre el pañuelo aquel...
-ya nunca sobre papel-
 
Pero tu Ángelamaría
bendecida
tienes la siembra ya recogida y servida
y eso ya nunca se nos confunde
aunque la niebla así­ lo pretenda.
Ya Poeta de verso en marcha noble
tejedora de cunas que elevan cielos
auspiciadora de verdades
alumbradora de caminos que nos saludaban truncos
antes de que Tú nos los pintaras con tus manos y palabras
A ti Ángelamarí­a
a quien se le hace mesa ancha el sol que tienes por pecho
sobre el que saluda esa luna llena que tienes por alma
y por donde brilla libre esa Estrella
que se te escapa por entre tu espesa mirada
Dime...
¿Qué cosa pudiera importarte las tonterí­as de tantos tontos?
A ti que viajas sobre alas del sueño
A quien los Ángeles acompañan de alba en alba
aunque a ti te parezca que ya nadie camina contigo
Ángelamarí­a
nacida al amparo de galaxias imaginadas
con estrellas por testigos
Aní­mate Poeta
Porque no existe cosa alguna en esta menguada mentira
que pueda borrarte de la vida
-del Poema-
porque ya eres siempre Ángelamarí­a
Poema que jamás se olvida.
 
María Esther Olmeda Burgos

Puertorriqueña
 

 

              

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